La obra utiliza realidad aumentada en dispositivos móviles para visualizar un árbol virtual tridimensional en distintos puntos geográficos.
Autor: Alejandro Schianchi
Formato de obra: Intervención virtual locativa (realidad aumentada móvil)
Envío Curado por Jorge Zuzulich en representación del CIC para Fase 5 (Centro Cultural Recoleta)
Instrucciones para visualizar la obra
Puede acceder directamente al link: https://www.layar.com/layers/fase5
o
1- Descargue la aplicación “Layar” (AppStore o GooglePlay)
2- Abra la aplicación y en el menú seleccione Geo Layers > Buscar Capa y escriba “Schianchi”
3- Seleccione la capa “Sin Título (2013) Naturaleza Electrónica” e inicie la visualización.
La obra podrá verse en el Patio de los Tilos en el Centro Cultural Recoleta y en la sede del CIC ubicada en Matienzo 2571.
PERCIBIR LO AUSENTE por Carolina Merlo
Según propone Peter Weibel, vivimos en la era de la ausencia, caracterizada por la sustitución del espacio real por aquel que es creado por los medios tecnológicos: el virtual. Ésta es la falta del cuerpo mismo, la del mundo material y tangible que regía nuestra vida y nuestras relaciones hasta ser desplazado por un tecnoespacio. Sin embargo, la ausencia propia de la virtualidad supone, a su vez, la generación de nuevas formas de presencia resultando así, enriquecedora.
La obra de Alejandro Schianchi retoma este conflicto, señalando la inevitable tensión entre ambos espacios. A través de la pantalla de un dispositivo móvil podemos ver aquello que, aún localizado en el mismo lugar que transitamos, no podemos percibir de ninguna otra manera. Como en una utopía foucaultiana, el objeto está ausente en el plano físico, pero presente en un “no lugar” que advertimos sin poder traspasar.
La estética de la ausencia, explica Weibel, es en verdad una terapia contra ésta misma, una forma de superar el dolor por aquello que no está, mientras se generan, casi paradójicamente, otras formas de presencia. En este caso, la experiencia sensible del espacio entra en tenso diálogo con la representación técnica y artística de una nueva forma de naturaleza que se hace presente a la manera de objeto virtual tridimensional. Lejos de imponerse como una barrera divisoria entre ambos planos,la pantalla se vuelve, en cierta forma, permeable. Permite que el espacio virtual, conformado por todo lo que existe en potencia, irrumpa dentro del espacio real, modificándolo.
En esta suerte de amalgama de espacios, reside el sentido de la obra: un árbol no enraizado sino geolocalizado, visible pero intangible, como sinécdoque de un vasto universo virtual, se mezcla con el paisaje natural y vivo. Arte y tecnología se fusionan en un llamado de atención acerca del impacto que tenemos sobre nuestro entorno, a la vez que los límites se diluyen y los espacios se abren. La ausencia del objeto en la realidad es inmediatamente subsanada por una presencia aparente que, sin pretender engañar la percepción, cuestiona la exclusividad de los sentidos en la experiencia plena de una nueva realidad.
HABITAR LUGARES IMPOSIBLES por Florencia Copertari
Desde la aparición de nuevas lógicas espaciales que se comienzan a dar en el marco del posmodernismo, cuestiones como las de materialidad y espacialidad se convirtieron en ejes centrales tanto de las nuevas tecnologías como en el campo escultórico. Lejos de debatirse en la tensión de los dualismos de paisaje y arquitectura, la obra de Schianchi expande su campo y encuentra otras posibilidades formales en relación a los entornos donde se encuentra emplazada. En este sentido, en palabras de Didi-Huberman, el artista se convierte en un inventor de lugares, les da forma y carne a espacios improbables o impensables; aquellos donde lo real y lo virtual dejan de ser entidades diferenciadas. La creación de estas realidades mixtas, signadas por la maleabilidad y la mutabilidad, modifica a su vez nuestras formas tradicionales de entender la naturaleza y la ciudad. La obra de Schianchi plantea este paradigma a través de la simulación, recuperando a su vez aquella naturaleza de la que pareciera no quedar rastros y poniendo de relieve una fragilidad presente de nuestro mundo en relación a su dependencia de la misma.
No obstante, si se reflexiona en torno al carácter inmaterial de la obra en términos de Lyotard, puede entenderse no desde la carencia de materia sino como una nueva condición, donde la misma desaparece como sustancia estable para pasar a ser el lugar donde se conjugan las relaciones de los sujetos, atravesadas a su vez por las singularidades del espacio donde se establecen. La búsqueda por explorar nuestro sentido del espacio no es precisamente nueva en la historia del arte y aun así, escapa a ser racionalizada. Los contornos se vuelven etéreos en la medida de que no los podemos aprehender, pero sin embargo logra integrarnos de forma natural al espacio.
Esto a su vez resulta interesante para pensar la obra en relación al dispositivo del que se sirve para lograr apropiarse, deconstruir y modelar hábitos de percepción y comportamiento que incorporamos a través del uso tan cotidiano que tenemos de una tecnología como es el teléfono celular. En la medida en que no es usado sólo como herramienta, sino que se transforma en una extensión más de nuestro cuerpo, se vuelve transparente y produce un sentido propio del espacio, como campo de exploración en el que nos sumergimos y nos dejamos perder a través del marco de la pantalla. En qué forma esta construcción del espacio afecta el comportamiento de los individuos es algo que concierne al ámbito de la psicogeografía, término acuñado por el situacionista Guy Debord. En relación con esto, Schianchi recupera este interés de los situacionistas por perderse como una forma de dejarse sorprender por los lugares a donde llevan las derivas. Hoy, paradójicamente, parecemos habitar la New Babylon de Constant: aquel proyecto visionario de ciudad móvil que no se termina en ninguna parte, ni conoce ninguna frontera y donde cualquier lugar es accesible para todos.